Lisboa, Portugal – La capital portuguesa y sus alrededores se encuentran en un estado de agitación tras la trágica muerte de Odair Moniz. Residente de 43 años de origen caboverdiano, a manos de la policía, desencadenando protestas que han escalado hacia disturbios nocturnos durante tres días consecutivos.
Los incidentes comenzaron en Amadora, donde Moniz fue abatido tras un enfrentamiento con la policía. Inicialmente, informaron que Moniz amenazó a los oficiales con un arma blanca. Pero este extremo ha sido desmentida por el propio policía implicado. Unas declaraciones que están añadiendo más leña al fuego.
Odair Moniz habría atacado a las fuerzas policiales con un cuchillo, extremo que negó el policía implicado.
El malestar rápidamente se expandió a varios municipios vecinos como Almada, Barreiro, Loures, Oeiras, Seixal, y Sintra. Los manifestantes han incendiado coches y autobuses, destruido mobiliario urbano y enfrentado directamente a la policía. Hasta ahora, las autoridades han realizado 13 detenciones y se han reportado múltiples heridos, incluyendo miembros de las fuerzas del orden y civiles.
El primer ministro Luís Montenegro ha anunciado que el gobierno tomará acciones más contundentes para restaurar el orden. En sis declaraciones ha subrayado la importancia de que el derecho a la protesta no se convierta en una amenaza para la seguridad pública. Por otro lado, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa ha hecho un llamamiento a la calma. Unas declaraciones donde recuerda que Portugal es una sociedad que busca la paz, incluso en momentos de crisis.
Los disturbios en Lisboa ya llevan 13 detenciones y numerosos desperfectos.
La comunidad caboverdiana en Portugal, una de las más grandes comunidades de inmigrantes, está profundamente afectada por este suceso. El primer ministro de Cabo Verde, Ulisses Correia e Silva, aunque confía en que la justicia portuguesa hará su trabajo, no ha ocultado su preocupación por los ataques dirigidos hacia su comunidad. Resaltando la necesidad de abordar las tensiones raciales y la discriminación.
El epicentro de los disturbios está en barrios como Zambujal, donde la presencia policial está siendo reforzada significativamente, en un intento por controlar la situación. Sin embargo, cada anochecer, la violencia parece intensificarse, reflejando la profundidad de la frustración y la cólera entre los manifestantes.
La fiscalía ha prometido una investigación rápida y exhaustiva sobre la muerte de Moniz y las circunstancias que la rodearon. Este caso ha abierto un debate nacional sobre la integración, el uso de la fuerza por parte de la policía, y cómo las tensiones étnicas y sociales pueden escalar hacia violencia urbana.
Mientras Lisboa intenta encontrar un camino hacia la paz y la justicia, estos disturbios sirven como un recordatorio de los desafíos pendientes de la sociedad portuguesa en términos de igualdad, justicia racial, y la relación entre la comunidad y las fuerzas del orden. La esperanza es que, a través del diálogo y la acción correctiva, se pueda restaurar no solo el orden sino también la confianza mutua entre las comunidades afectadas y las autoridades.
Fuente: Efe Noticias | Sapo.pt
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